lunes, mayo 29, 2006

Los trenes vienen de Australia




Allí estaba, inquieto, siempre fui un tormento de niño, aquella entrañable profesora parecía que no iba a acabar nunca de dar la clase, yo no podía aguantar más, creía que no me iba a dar tiempo ese día.

¡Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiinnnnnnnnnnggggggggggg!, sonó lo sirena, aquello era sin duda un salvoconducto necesario para escapar de allí, un imperativo que obligó a la profesora a dar por finalizada la clase. Metí mis libros rápidamente en la mochila, y salí disparado por la puerta, ese día ninguna voz pudo frenarme, como tardase más no me iba a dar tiempo de verlo.

¡Ufffff! Estaba cerca el lugar, pero corría… y después corría más, eran pocos los metros que separaban mi colegio de aquel emplazamiento, pero aquellos metros que separaban el colegio del lugar se hicieron interminables, tal vez por que no sólo separaban aquellos dos sitios, uno de ellos, aquél hacia donde me dirigía, aquél hacia donde corría, no era sólo un sito, un lugar o un emplazamiento aquél universo, en verdad me separaba de todos los lugares, me llevaba a un sitio único, inalcanzable por nadie más que por mi mismo, iba a mi castillo.

Menos mal, pensé, creí llegar a tiempo y así fue. Rápidamente cree el trono necesario para poder reinar en mi castillo, cogí dos piedras grandes, una para los pies y otra para colocarla sobre una roca grande para que hiciera las veces de espaldar de mi trono; ya está, ya podía reinar, mi trono había sido construido.

Siempre he vivido detrás de las vías del tren que pasan por Córdoba, no siempre estuvieron soterradas, era un niño cuando aún pasaban por la superficie. Mi reino estaba allí, justo delante de aquellas vías, salía corriendo todos los días del colegio, para que pudiera estar al menos cinco minutos viendo a ver si por lo menos, ese día podría ver el paso de algún tren. Me sentaba en mi trono y eso es lo que hacía: ver trenes pasar.

Aquél día cuando, desde mi trono vi que aquél tren se acercaba, no sabría decir de donde provenía, había visto llegar trenes desde los lugares más remotos del planeta, mi reino siempre fue muy amplio, vi pasar por delante de mi castillo a trenes que venían de la India, vi pasar una vez un tren lleno de chinos y otra vez vino muy rápido un tren lleno de leones desde África. Pero mi sueño era ver un tren que viniese de Australia, aprendí en el colegio que ese país era el que más lejos estaba de España, sin embargo podía estar todo lo cerca que yo quisiese de mi reino.

El tren se acerca, ¿de donde vendrá?. ¡Ya está aquí! ¡Madre mía! ¡Qué largo es este tren! Tiene que venir desde muy lejos para traer tanta carga pensaba yo, pero no era capaz de intuir de donde provenía, estaba apunto de perderse la locomotora de mi vista y aún quedaban vagones pasando delante mía, me fije detenidamente en el último para ver si podía comprobar algún detalle que me diese alguna pista sobre el origen de aquél tren, cuando iba a desistir ya, desanimado por mi torpeza, algo cayó de una de las ventanas de ese último vagón que observaba, pasó rápido y fui corriendo hacía allí, hacía donde cayó aquella cosa que salió del tren. Llegué al lugar, era un papel, una especie de pegatina, tenía un animal dibujado, era un canguro lo conocía de sobra, y pude leer una palabra que allí estaba caligrafiada: “Aus-tra-lia”, leí sílaba por silaba conmovido por la emoción, pero sí, no estaba soñando, estaba en mi reino y en aquella especie de pegatina se podía leer: “AUSTRALIA”, ¡por fin!, ¡Qué emoción!, acababa de ver desde mi trono un tren australiano, por eso, por eso era tan largo porque tenía que traer muchas cosas desde tan lejos.

Mi reino era maravilloso, infranqueable, inexpugnable, era una fortaleza iderruible, todos tenemos un reino así, un trono en el que sentarnos y ver los paisajes más maravillosos, vivir las aventuras más emocionantes, derrotar al peor enemigo, rescatar a la princesa de tus sueños de las fauces de aquél terrible dragón, sí, todos tenemos ese reino, es nuestra imaginación, tu eres el único que la gobierna. Nadie me ha podido aún derrotar, yo pienso que aquél tren que pasó por delante de mi trono y que dejé que invadiese mi reino venía de Australia. Hoy aún pienso que los trenes vienen de Australia, ¿a que sí?

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

NO entiendo como puedes escribir estas cosas, de donde te salen esas ideas?? salga de donde salga admiro tu capacidad de escribir, aunque ya te dire otras cosas q pienso tomando un cafe no aqui. Un abrazo.

12:56 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Pues si.
Ana Adela

3:03 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Greets to the webmaster of this wonderful site! Keep up the good work. Thanks.
»

6:15 a. m.  

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